En el Evangelio leemos que los fariseos
eran malos, hipócritas; pero no todos lo eran (Nicodemo, Saulo, Gamaliel...). Algunos,
como indica el Evangelio de la Misa (Lc 14,1.7-14), espiaban a Jesús. Jesús
también los observaba: había quienes, estando en una fiesta, buscaban los
primeros puestos.
Buscar reconocimiento y honores sería ya una
costumbre en ellos. Ahora le llamamos “fama”. En efecto, hay personas que buscan
la fama a cualquier precio; como consecuencia, caen en un vacío existencial.
¿Te fijas en los famosos? Si no estuvieran
anclados fuertemente en Dios, la fama no les llenará el corazón; la fama tiene
su precio y pasa factura.
Pero, imagina, también a los famosos hay
que evangelizar. ¿Quién lo hará?
Pero, a ti y a mí nos toca
revisar EN DÓNDE BUSCAMOS LA FELICIDAD. Ojalá sea en Dios, pues Él no defrauda.
Puedes confiar en eso.
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