domingo, 19 de abril de 2015

Dios conceda el descanso eterno a don Roberto Alvarado

De la Misa de hoy, rezando un responso. He tomado la foto de "Radio Activa".
     Hoy hemos asistido al funeral de un amigo, de don Roberto Alvarado, papá del P. Milo, a quien hemos transmitido nuestras condolencias, al igual que a su familia. Como se ha anunciado en el blog del Seminario y en otros medios eclesiales, murió el viernes pasado, en su casa, en Chimaltenango, con su familia cerca. La Misa se celebró una Misa exequial. Hoy, siendo domingo de Pascua, no la hemos celebrado exequial, pero sí ha sido por esta intención. La concelebramos unos quince sacerdotes; en semejante número ayer. La iglesia estaba llena de amigos y familiares.

     Ahora, al regresar de Chimaltenango, al padre que me estaba acompañando, le mostré "Pollo Campero" y le dije: "Allí me invitaron, doña Minguita y don Roberto, a un café, y platicamos augustamente". Sí, me recuerdo que, al ir a ayudar un tanto en la parroquia, me invitaron a desayunar.

     Además de un buen padre de familia y esposo, y un cristiano ejemplar, también tenía un gran sentido del humor. Incluso en su dolor no dejaba de contar chistes. Recibió la muerte con entereza y esperanza cristiana. Contaban de él que bromeaba con su muerte. En una ocasión reciente, ya sabido de su mal, decía que cuando muera y lo lleven en procesión, un camión de Coca Cola iría tras la comitiva. Y cuando preguntaran si trabajaba y era algún directivo de Coca Cola, le responderían a la gente que era el mayor consumidor de Coca Cola en Chimaltenango...

      En verdad, es una muerte envidiable la suya: rodeado de su familia y del cariño de tanta gente, sin temor a ese desenlace de la vida -aunque en medio del dolor, llevado con profundo sentido cristiano-, habiendo dejado un gran ejemplo, haciendo reír a medio mundo.

     ¡Qué envidia morir de esta manera, y en tiempo de Pascua! Descanse en alegría y paz, don Roberto.

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