"Padre, pero ¿qué hago si me cuesta confesarme?" Hoy escuché esa pregunta. Le dije: "Cada cuánto limpias tu casa? ¿Te imaginas tu casa limpiándola cada mes? ¿Qué tan contento estará Jesús en la casa de tu corazón? ¿Qué ejemplo le darías a tu hija...?"
En fin, sobran motivos para acudir a la maravillosa Confesión de los pecados. ¡Y es gratis...!
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