Durante esta Cuaresma, la gente suele
cumplir con el precepto de confesarse al menos una vez al año. Todavía ahora
están afanosos los fieles por buscar confesarse y los sacerdotes –en buena
mayoría-, tratar de ayudarles estando dispuestos.
Iba camino al pueblo a hacerme un corte de
cabello. Recién había salido del Seminario, se detuvo un carro a la par mía y
me preguntó el chofer:
— ¿A dónde va, Padre?
— Cerca del parque—, indicando el lugar al que iba.
— Lo llevo si quiere—. Y me subí, agradeciendo el favor.
En poquito tiempo me contó de dónde era, qué hacía por
allí, y que había pasado al Seminario buscando a un sacerdote para confesarse,
pero que no lo había hallado. En tan solo unos minutos limpió su alma, sin
bajarse de su carro... Incluso aprovechó para preguntarme sobre unos temas para
tomar criterio.
¡Otro cristiano bien dispuesto para las
fiestas pascuales que se acercan!
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