lunes, 2 de abril de 2012

La XVII Jornada Diocesana de la Juventud

     Hace escasos días, junto con otro sacerdote y unos seminaristas, empezamos a rememorar cómo comenzaron las jornadas de la juventud en nuestra Diócesis, en aquel todavía no tan lejano 1996. Aún tan jóvenes, no sabíamos ni percibíamos el bien que se perseguía con su realización.
     Entre el sábado 31 de marzo y ayer, Domingo 1 de abril, se llevó a cabo la XVII Jornada Diocesana de la Juventud. Desde que les fue anunciado a los jóvenes atitecos que debían recibir este año a los jóvenes en esta Jornada, empezaron a trabajar para que todo esté a punto.
     Departiendo con el párroco y el vicario parroquial de de Santiago Atitlán, me han contado sus desvelos y profunda alegría por la organización y la realización de la actividad. Es una actividad que ha venido a inyectar ilusión y espíritu de servicio en los jóvenes de la parroquia. Debe ser una importante ayuda a la evangelización en la parroquia.
     En dos ocasiones me abordaron unos jóvenes, que estaban transmitiendo por radio, para preguntarme sobre mi impresión de la jornada. Con cierto asombro me escuchaban que estuve en la Primera Jornada que se realizó en la Diócesis. Han pasado los años y se han percibido abundantes frutos de esta iniciativa.
     Dios bendiga a sus iniciadores.
     Ya dejamos algo reseñado en el blog delSeminario, y no pretendo repetir. Les invito a que vean esa entrada del blog y las fotos que incluimos, más numerosas.

Los seminaristas, mientras zarpábamos de Panajachel. ¡Si parece a Venecia!
  
El panorama, a nuestra llegada a Santiago Atitlán.
  
Una estampa maravillosa. Santiago Atitlán se caracteriza por sus artesanías, esperando a los turistas. Aquí, los seminaristas, a su llegada al pueblo.

Durante la vigilia, en la Hora Santa. Maravillosa panorámica.

A la llegada del Obispo, precedido por la Cruz de los jóvenes.

Con una visión "refrescante", mientras caminábamos hacia el lugar de la concentración.


Durante la homilía del Obispo, los acólitos están descansando.

Una atiteca, leyendo la primera lectura en la Santa Misa.


Son los dones presentados para la consagración. Ése es el traje típico de los atitecos.

Un momento de la concelebración.


Después de la Santa Misa, los sacerdotes ven el espectáculo de la multitud juvenil.


Contagiados por el ritmo, el P. Ricardo y el P. Rolando animan a la multitud.


Gran esfuerzo de los jóvenes, capaces de todo: después de la caminata, aguantaron alegremente el calor del sol.

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