Hay distintos puntos de vista sobre el
hecho de que un hombre y una mujer, por mutuo acuerdo, conviven antes del
matrimonio como si fueran esposos. Me lo comentaba un seminarista hace algunos
días: preguntó a un grupo de jóvenes en determinada parroquia que qué pensaban
del tema, y opinaron que, como si fuera lo más normal del mundo, podía darse, “si
es una prueba de amor”.
Me encontré con un artículo en Religión en
Libertad, que a su vez, comenta un artículo de New York Time, sobre los que cohabitan
antes del matrimonio, están más insatisfechos con su matrimonio y más propensos
al divorcio. El sondeo ha sido realizado en Estados Unidos. Pinchen aquí para
leer el artículo de Religión en Libertad.
Una cosa es la estadística y su efecto
sociológico; otra, la moralidad (si es bueno o es malo) del acto de la cohabitación
antes del matrimonio. Desde luego que las raíces antropológicas y de Revelación
son más convincentes que cualquier dato estadístico y psicológico sobre el tema
que tocamos. Es bueno formarse.
¿Y qué viene a resultar el solo matrimonio
civil sino una oportunidad para la cohabitación y la posibilidad de echar por
la borda lo que pudo haber sido una oportunidad de felicidad –con esfuerzo-
para toda la vida en un verdadero matrimonio ?
¿Para qué adelantarse o precipitarse?
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