domingo, 15 de abril de 2012

"Tomás, ¿en dónde estabas?"


"La duda de Tomás" de Caravaggio.
     Es cierto... Dice Juan, el evangelista, que Tomás, llamado “el Gemelo”, no estaba con los demás discípulos el día de la Resurrección. ¿En dónde estaba? ¿En dónde se habría metido que no estaba con los demás que, aunque atemorizados, se refugiaron en el Cenáculo. ¡De lo que se perdió!
     Las siguientes líneas de Josep Maria Torras pueden ayudarte a reflexionar el evangelio de este Domingo (Jn 20,19-31):
     Tomás, triste, melancólico y desesperanzado, no ve posible lo que los otros ya han visto “¡Hemos visto al Señor!
     El apóstol no les mira a la cara. Mira al suelo, busca los rincones de la casa, la soledad del corazón, se encierra a la confianza: “¡No lo creo! ¿No es posible! ¡Está muerto y enterrado! ¡Ya todo se ha acabado! ¡Su vida ya pasó! Si no veo la señal de los calvos..., y si no meto mi dedo en ese señal... y mi mano en su costado, no creeré.
     Tocar, palpar, experimentar, comprobar por mí mismo..., no sólo ver... sino tocar, meter mi mano en sus heridas...
     Es el egoísmo del que desconfía, del que siempre critica, del que lo ve todo deformado, del que mira las cosas al revés, del que sólo ve un poco más allá de su nariz... perdona, Salvador mío, mi desconfianza, mi falta de fe, mi testarudez para bajar la cabeza. (...)
     Entra, Jesús, en mi corazón, métete en mi casa. Despiértame del sueño de mi falta de fe y confianza. Ábreme los ojos a tu nueva Vida. muéstrame la grandeza de tu Perdón, de tu Amor.

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