miércoles, 11 de julio de 2012

Necesidad de abrir el corazón


     Lo siguiente me sucedió hace dos días.
     Mientras me hacían la factura por la compra hecha, quien me atendía me preguntó:
     Padre: ¿por qué hay que confesarse?
     Después de unos breves segundos de reflexión, le contesté:
     — Se me ocurren ahora dos motivos que tocan a la relación con Dios; primero: porque existe el pecado y, siendo nosotros pecadores, necesitamos el perdón de Dios; segundo: porque Jesucristo, nuestro Señor, ha instituido un sacramento –el de la Penitencia- para borrar nuestros pecados; es el medio por el que Él nos perdona. Luego, hay un motivo humano válido también: en palabras de Santa Teresa, “el alma necesita un desaguadero”; es decir, hace tanto bien al hombre abrir el corazón, especialmente cuando hay cosas negativas en él.
     Y sin dilación me empezó a contar las penas que llevaba en el alma. Después de escuchar a esta persona y contarme todo el contexto, le pregunté:
     — ¿Hace cuánto tiempo se confesó la última vez?
     — ¡Nunca lo he hecho!
     — ¿Qué no te has casado? ¿No te confesaste antes de hacerlo?
     — Me casé pero no me confesé... Es que me casé en una iglesia evangélica...
     Pequeño detalle... La exhorté a que arreglara sus asuntos, a rezar y, ¿por qué no?, a revisar su relación con Dios y con la Iglesia. Por mi parte, le di gracias a Dios por habernos dejado el auxilio de los Sacramentos, de que podemos gozar en la Iglesia Católica.

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