Las palabras del Génesis transcritas en el
título (Gn 2,2-3) buscan dar sentido al trabajo y al descanso (en hebreo “sabat”)
del sábado; en clave cristiana, su sentido se ha trasvasado al Domingo. Viene a
propósito de las lecturas de la Misa del Domingo que hablan del cuidado de Dios
para con los hombres (cfr. Jr 23,1-6; Sal 22; Ef 2,13-18; Mc 6,30-34).
Mas, el descanso dominical no encuentra
sentido en sí mismo sino en función de santificar este día del Señor: se
descansa, además de para recuperar fuerzas, para dedicarle más tiempo al Señor,
un cauce adecuado para cumplir con lo propio de nuestra naturaleza de criaturas
para con el Creador.
Además de para cumplir con nuestro
compromiso con Dios, el Domingo nos ayuda a cumplir con nuestros deberes
familiares (cfr. CEC 1193) con más esmero. Es un día para convivir en familia,
ya que, en nuestro mundo moderno tan movido, cada miembro anda a su aire
durante la semana.
Hoy he tenido la gran alegría de convivir con
un buen grupo de mi familia, pues han venido a visitarme en mi lugar de
trabajo. Lo he experimentado muchas veces, pero estoy más convencido de las
palabras del Salmo 132: “Vean qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos
unidos”.
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