El Evangelio de hoy (Mt 19,3-12) es un
maravilloso canto al matrimonio ―invento de Dios―
y a la virginidad. Ambas vocaciones se iluminan en el plan salvador de Dios.
Hoy, las Hijas de Santa María del Corazón
de Jesús están de fiesta, pues la Madre Fundadora, Madre María de Jesús, ha
cumplido 60 años de vida consagrada. La cifra se dice pronto, se vive con
esfuerzo: es, en efecto, una maravillosa historia de fidelidad, una fidelidad
vivida a diario. Habrá costado, como es de suponer, grandes trabajos y
múltiples momentos pequeños de fidelidad alegre.
Considerando las palabras del evangelio y
en la celebración de las Religiosas, he pensado en la maravillosa fecundidad de
la virginidad por el reino de los Cielos. En efecto ―y lo he experimentado en
cierto grado―, hay tantos hijos “que no han nacido de la sangre, ni de la
voluntad de la carne, ni del querer del hombre, sino de Dios” (Jn 1,13).
Esto me llena de mucha ilusión, y me anima
a la fidelidad, ayudado por el ejemplo de quienes nos preceden en la vida y en
los años de fidelidad. Así lo he dicho en la predicación de hoy, a los
seminaristas, poniendo como ejemplos a la Madre María de Jesús (60 años de
consagración) y de Mons. Gonzalo (30 años de sacerdote). Dios premie su
fidelidad y ayuda a la Iglesia. ¡Felicidades, Madre María de Jesús!
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