jueves, 1 de agosto de 2013

¿Crees en el Diablo?



    En su magnífica obra “Cartas del Diablo a su Sobrino”, en el prefacio, nuestro querido amigo literato-filósofo C.S. Lewis informa sobre sus “creencias” sobre los ángeles y los demonios. Es una delicia leer el libro, pero el prefacio es magistral.
     Explica que una cosa es creer que existe el Diablo como una fuerza semejante a Dios ―cosa que no se puede aceptar― y, otra, creer que existen los diablos que, abusando de su libertad, se rebelaron contra Dios.
     Sobre la representación de los ángeles y los demonios, escribe:
     Creer en los ángeles, buenos o malos, no significa creer en unos ni en otros tal y como se les representa en las artes y en la literatura. Se pinta a los diablos con alas de murciélago y a los ángeles con alas de pájaro, no porque nadie sostenga que la degradación moral tienda a convertir las plumas en membrana, sino porque a la mayoría de los hombres le gustan más los pájaros que los murciélagos. Se les pintan alas, para empezar, con la intención de dar una idea de la celeridad de la energía intelectual libre de todo impedimento. Se les confiere forma humana porque la única criatura racional que conocemos es el hombre. Al ser criaturas superiores a nosotros en el orden natural, incorpóreas o que animan cuerpos de un tipo que ni siquiera podemos imaginar, hay que representarlas simbólicamente, si se quiere representarlas de algún modo.
     En la lectura de la obra citada, espero que no nos pase, como refiere el autor en su prefacio, como aquél sacerdote que declinó su suscripción al periódico que lo editaba, argumentando que “muchos de los consejos que se daban en estas cartas le parecían no sólo erróneos, sino decididamente diabólicos”.

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