miércoles, 30 de octubre de 2013

“Graduación” de unos niños de Primaria

Obviamente, éstos no son los niños de la anécdota.
     “Les felicito por llegar a esta meta pronuncié hoy en la homilía de la Misa―, pero les animo a seguir estudiando, a tener metas altas en la vida”.
     Hoy celebré la Santa Misa en la aldea de San Jorge, “la Ventanita de Atitlán”, en acción de gracias porque unos 50 niños de la escuelita han culminado sus estudios de Primaria. Culminar esta etapa tiene su formalidad, incluso algunos hablan de “graduación”...
     Me dio tiempo para agradecer a los papás, por el esfuerzo que comportó ayudar a sus hijos a que estudien durante estos años; también agradecí a los profesores por su empeño en formarles bien ―también me dio tiempo para meterme con ellos para exhortarles a ser maestros de vocación y no sólo de profesión, a tender a la educación integral de la persona―; e incentivé a los niños, como queda dicho, para que sigan estudiando.
     Les pregunté qué querían ser de grande. Estando algo tímidos, les pregunté si alguien quería ser maestro, pero nadie levantó la mano ―espero que no se hayan decepcionado los maestros―; pregunté si alguien quería ser astronauta ―hubo entonces una risa general―, pero nadie se apuntó. Al preguntarles por segunda vez qué querían ser, surgió una prometedora candidata a médico; uno más dijo, con voz sonora para que los escucharan los circundantes: “¡policía!”, por lo que hubo una risa general.
¿No será éste el niño que quería ser policía?
      La falta de estudio es una de nuestra precariedades por estos lares. La interrogante está planteada: hay más demanda y más oferta de educación, pero, ésta, en detrimento de la calidad. Ha proliferado la diversidad de carreras de diversificado; hay tanta facilidad, que ya no logran conocer lo más elemental de la educación. Por eso están apretando las universidades para admitir a sus próximos estudiantes.
     Hay tarea por delante.

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