Después de ciertas diligencias por la Ciudad Capital -aunque hoy me tocó que sortear poco con el tráfico porque era sábado; gracias a Dios-, al llegar al Seminario me estaba esperando un amigo para platicar -delante de sus cámaras- sobre ciertos temas de Iglesia, que pueden interesar a los mismos cristianos y a los de fuera. Ciertamente es a nivel de confianza y de iniciado. Él mismo comentaba que ha estado entrevistando a varias personas sobre temas semejantes y que ha encontrado distintos puntos de vista.
Iban a ser unos quince minutos, pero se alargó a cerca de una hora. Hablamos sobre ser Iglesia, ser cristiano, ser laico -a no identificar la "Iglesia" con la jerarquía-, el matrimonio y el amor, la situación de los que caen en situaciones irregulares en el matrimonio. Pero, al final, concluimos que en la Iglesia caben todos -que la Iglesia no es un recinto de privilegiados o puros-, que todos son amados de Dios y que todos andamos en la lucha por ser mejores.
Personalmente me quedé picado para hablar de más cosas. A ver si hay otra oportunidad.
De la experiencia saqué la conclusión de que hay que seguir formándose para dar respuesta a lo que la gente pregunta. Más responsabilidad cuanto a más gente se puede llegar.
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