lunes, 2 de noviembre de 2009

Vita mutatur non tolitur


Vita mutatur non tolitur, la vida cambia, no termina. Son palabras del prefacio I de Difuntos.

Hoy he ido al cementerio de Pamplona. Pasando por la alameda por el "pasillo" de San Pablo, me encaminé al de San Marcos. Iba buscando un panteón que tenía la inscripción que más arriba transcribí.

Mientras me encarrilaba hacia allá, vi muchas sepulturas adornadas con flores frescas, colocadas en la víspera de esta celebración de todos los fieles difuntos. Había sepulturas que tenía "flores" de metal, quizá para que duren más... Había otras "flores" de plástico, y algunas otras ya estaban marchitas. En algunas sepulturas, en cambio, las flores brillaban por su ausencia; quizá nadie se ha recordado en mucho tiempo del alma de quien reposa allí.

En mi condición de cristiano y de sacerdote, he rezado por esas almas también, por todas las que tienen sus cuerpos allí, esperando la resurrección futura.

En la sepultura que buscaba está enterrado un sacerdote ejemplar, a quien tuve un gran aprecio, y ahora guardo un recuerdo agradecido y trato de copiar su ejemplo: D. Juan Izquierdo Brousset. Me dirigió por los caminos ascéticos durante varios años.

¿Para qué es esta vida sino para que nos acerque al Cielo? El Cielo es el término de nuestros esfuerzos, es lo que le da sentido a esta existencia nuestra. Vita mutatur, non tollitur. Descansen en paz todas las almas de los fieles difuntos.

1 comentario:

  1. ¡Que alegría me has dado al ir a rezar en la tumba de Don Juan Izquierdo!.
    Tan bien yo espero un día ir por ahí y espero que me la enseñes.
    ¡Cuanto hizo por el seminario de Sololá, sus formadores y seminaristas! Es de bien nacidos el ser agradecidos, y eso hay que hacerlo. Gracias, Miguel

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