miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los cristianos en China


En la Iglesia se conmemora hoy a la Virgen Dolorosa –en Sololá, al ser la patrona de la Diócesis, se ha celebrado el pasado domingo–. Me vino a la memoria otra “dolorosa”, de la que habla el Card. José Zen (Obispo de Hong Kong) en el prefacio de un libro impactante: “El libro rojo de los mártires chinos”, una serie de testimonio y relatos autobiográficos editada por Gerolamo Fazzini.

“La sangre de los mártires es semilla de cristianos”, dijo Tertuliano. Es penoso que la Iglesia sigue sufriendo en China. Pero lo más penoso es que hay una gran división en ella. Hemos de ayudar a nuestros hermanos chinos que sufren por defender su fe. El Cardenal narra la historia que recogemos aquí.

Había una familia, de apellido Zhu, que era particularmente conocida entre los católicos de Shangai y cuya historia ha conmovido a personas de todo el planeta. La señora Martina era viuda y madre de ocho hijos, cuatro de los cuales se convirtieron en jesuitas. Con la excepción de Miguel –que estaba en la Curia General en Roma– encarcelaron a todos los hermanos el 8 de septiembre (el mayor, Francisco Javier, ya estaba condenado a trabajos forzados desde hacía dos años). La señora Martina, llamada “la Dolorosa” de los católicos de Shangai, fue visitando a cada hijo en cada una de las prisiones donde estaban recluidos, durante casi tres años. Iba a pie, haciendo kilómetros, para ahorrar aquellos pocos céntimos que le permitían llevarles alguna cosa. Aunque los guardias la insultaban, animaba a cada uno de sus hijos a seguir adelante, a aceptar los sufrimientos, a conservar la confianza en Dios. Finalmente, sus hijos fueron trasladados a campos de trabajo en provincias lejanas y así, por más de veinte años, la señora Martina no los volvió a ver. Tuvo que esperar hasta los años ochenta para que fuesen liberados. No es el caso de Francisco Javier, quien murió en la cárcel en 1983. (p. 22).

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