Lecturas de la Misa: Am 8,4-7; Sal 112; 1Tm 2,1-8; Lc 16,1-13.
“En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13).
Son claras las palabras del Señor. A los que manejan los bienes públicos –políticos, ecónomos, etc.–, ya les pedirá cuentas Dios mismo.
En lo que toca a cada uno de nosotros, hemos de examinar si nuestro corazón ha puesto en primer lugar a Dios –como debe ser– o al dinero. Pero siempre hay que ir a lo concreto, a lo pequeño, porque “el que es fiel en las cosas pequeñas, es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes” (Lc 16,10).
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