En los últimos años se ha abierto o se ha
reabierto un seminario menor en varias diócesis de España: Segovia, Jaén,
Tarrasa... Un tanto igual se ha ido experimentando en Guatemala, aunque en la
vertiente de las todavía por acrisolar “comunidades vocacionales”.
Como a los obispos mencionados abajo, yo
también, humildemente, me formé en un seminario menor. Desde luego que envío un
saludo cordial al Seminario Menor “Señor San José”, de nuestra Diócesis, como
al “Colegio Seminario San José”, llevado por los Padres Benedictinos en
Quetzaltenango, donde estudié el Bachillerato. Incluyo abajo extractos del
artículo.
Instalaciones del Seminario Menor de Sololá. |
Un entusiasta de los seminarios menores es
el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que se formó en uno. “Yo quería ser
sacerdote desde los 7 años”, explicaba hace poco a La Razón. Era
monaguillo, y se lo dijo a su párroco, que le recomendó el seminario menor
de Talavera de la Reina, adonde llegó con 11 años. “Fueron los años
más felices de mi vida. Todo lo que yo pueda decir de los seminarios menores es
muy positivo”, afirma.
Son varios los obispos españoles que
pasaron por el seminario menor: Zornoza, el de Cádiz; Asenjo,
arzobispo de Sevilla; Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo; el obispo de
Jaén, Ramón del Hoyo, son sólo algunos de ellos. En Córdoba, por ejemplo,
más del 60 por ciento del clero diocesano actual pasó por el seminario menor.
Alumnos del Seminario Menor de Sololá, dos años atrás. |
Son otros tiempos, pero Dios sigue
llamando a los niños y los adolescentes. “Estoy convencido de que los
grandes ideales de una persona se forjan en torno a los 15 años”, declaró hace
poco el obispo Demetrio Fernández. "Son ideales llenos de sueños y de
imaginación, que después tendrán que madurar, pero son ideales con una fuerza
motora impresionante para toda la vida". Y su experiencia fue de amistad y
alegría: “Estábamos felices; los sacerdotes eran verdaderos padres para cada
uno de nosotros y hacíamos deporte, teatro, música... La educación era jovial y
estimulante. De mi promoción de 50, nos ordenamos dos, pero de los demás,
ni uno solo está ‘rebotado’ con la Iglesia”.
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