jueves, 29 de marzo de 2012

Un renacer en la constitución de seminarios menores

     Me he encontrado con un artículo que me estimula en la labor de formación sacerdotal: “Los seminarios menores en España experimentan un pequeño pero esperanzador crecimiento” (Religión en Libertad). Pero también nos anima para seguir luchando, especialmente con la labor del Seminario Menor de nuestra Diócesis.
     En los últimos años se ha abierto o se ha reabierto un seminario menor en varias diócesis de España: Segovia, Jaén, Tarrasa... Un tanto igual se ha ido experimentando en Guatemala, aunque en la vertiente de las todavía por acrisolar “comunidades vocacionales”.
     Como a los obispos mencionados abajo, yo también, humildemente, me formé en un seminario menor. Desde luego que envío un saludo cordial al Seminario Menor “Señor San José”, de nuestra Diócesis, como al “Colegio Seminario San José”, llevado por los Padres Benedictinos en Quetzaltenango, donde estudié el Bachillerato. Incluyo abajo extractos del artículo.
Instalaciones del Seminario Menor de Sololá.
      “Los seminarios menores tienen futuro”, nos asegura el obispo Sáiz, obispo de Tarrasa. “Vale la pena recuperarlos o crearlos donde no están, y cuidarlos donde ya existen. No se trata de reunir preadolescentes y presionarlos para que sean sacerdotes. Es exactamente lo contrario. Fijémonos en lo que pasa hoy: un chico tiene vocación, lo dice y en su ambiente, a veces en su familia, no encuentra acompañamiento para llegar al seminario, no se le apoya, y la vocación se apaga antes de los 18 años. El seminario menor es un espacio de libertad contra presiones contrarias. Los obispos en general estamos recuperando la conciencia de la importancia de estos espacios. Los seminarios menores tienen futuro, no como internados, sino recibiendo a chicos ya vocacionados”.
     Un entusiasta de los seminarios menores es el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que se formó en uno. “Yo quería ser sacerdote desde los 7 años”, explicaba hace poco a La Razón. Era monaguillo, y se lo dijo a su párroco, que le recomendó el seminario menor de Talavera de la Reina, adonde llegó con 11 años. “Fueron los años más felices de mi vida. Todo lo que yo pueda decir de los seminarios menores es muy positivo”, afirma.
     Son varios los obispos españoles que pasaron por el seminario menor: Zornoza, el de Cádiz; Asenjo, arzobispo de Sevilla; Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo; el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, son sólo algunos de ellos. En Córdoba, por ejemplo, más del 60 por ciento del clero diocesano actual pasó por el seminario menor.

Alumnos del Seminario Menor de Sololá, dos años atrás.
      Son otros tiempos, pero Dios sigue llamando a los niños y los adolescentes. “Estoy convencido de que los grandes ideales de una persona se forjan en torno a los 15 años”, declaró hace poco el obispo Demetrio Fernández. "Son ideales llenos de sueños y de imaginación, que después tendrán que madurar, pero son ideales con una fuerza motora impresionante para toda la vida". Y su experiencia fue de amistad y alegría: “Estábamos felices; los sacerdotes eran verdaderos padres para cada uno de nosotros y hacíamos deporte, teatro, música... La educación era jovial y estimulante. De mi promoción de 50, nos ordenamos dos, pero de los demás, ni uno solo está ‘rebotado’ con la Iglesia”.

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