miércoles, 7 de marzo de 2012

Una historia trágica de pájaros


     Estaba yo en el Seminario de la Asunción; mientras caminaba por un pasillo, llegando a la altura de una sala con un amplio ventanal, escuché un tremendo ruido -¡plof!-. Volteé a ver: era un pájaro, con plumaje más bello que el de la imagen, que se había dado un golpetazo contra el vidrio. Iba planeando, intentando atravesar la sala, “pensando” que no tendría obstáculo.
     Me compadecí del desgraciado pájaro y fui a levantarlo, pero veía que estaba poco a poco yéndosele la vida. Yo estaba de cuclillas, acompañando al moribundo, cuando, de pronto, ¡plof! Otro pájaro, de la misma clase del agónico pájaro, pegó contra el mismo vidrio. Y, sorprendido, me salió decirle al bendito pájaro: “¿Qué les está pasando?”
     Menos mal no me puse de pie un segundo antes del segundo pájaro suicida, porque a mí me hubiera venido a dar. Lo intenté agarrar y ver su estado, pero pegó el salto, atontado como estaba, y dio unos saltos más adelante. Ése creo que sí sobrevivió.
     ¡Qué cosas!

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