domingo, 24 de noviembre de 2013

En la solemnidad de Cristo Rey

    Si por Cristo “fueron creadas todas las cosas” (Col 1-16), y un día habrá de venir, debe ser el Rey de todo. Siendo Dios que todo lo puede, que no se le resiste nada, pues debe ser el Rey del universo.
     Sin embargo, como lo sabemos, no gobierna por la fuerza sino por el amor. Sólo hace falta repasar su vida terrena para caer en la cuenta de ello. El suyo es un reino en el que se entra por libre elección, y nos corresponde a cada uno decirle que sí.
     “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lc 19,14) proclaman muchas voces. Pero tú y yo queremos abrirle las puertas de nuestro corazón y que reine en nosotros con su “reino eterno y universal, reino de la verdad y de la vida, reino de santidad y gracia, reino de justicia, de amor y paz” (prefacio de Cristo Rey).
     ¿Cómo? Dedícale un poco más de tiempo. Que ese tiempo mejore en calidad. Que él ilumine lo que piensas y lo que haces.

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