viernes, 7 de marzo de 2014

¿Por qué hay que ayunar?

     Anoche me comentaban un caso: a una persona joven, según sé “muy católica”, se le olvidó que el miércoles había que ayunar…; es más, ¡comió carne ese día! Claro, luego me propusieron la pregunta: “en ese caso, ¿qué pasa?”
      Juzgando por el olvido, como no ha habido mala voluntad, podríamos decir que no pasa nada. Pero, ¿no debería, un católico, no sólo tenerlo presente sino incentivar y recordar a otros a que vivan estas tradiciones, estos recursos que la Iglesia nos propone para vivir la conversión?
     Bien, bien. Pero, ¿y si de verdad se me olvida, porque a cualquiera nos puede pasar?  Como podrán suponer, no es que comer o la carne sean malos. Se trata de una penitencia, muy estimada y alabada por los santos, para reconducir nuestro corazón a Dios. Si por despiste como carne ese día, trataría de hacer una penitencia equivalente, algo que requiera sacrificio. Todos los católicos están obligados a practicar el ayuno desde los 18 años hasta los 59 cumplidos.
     Hoy, viernes de Cuaresma, también se practica la abstinencia, abstinencia de comer carne a partir de los 14 años de edad. Pero, ¿y los que no suelen comer carne o comen una vez por semana? ¿Supondrá un sacrificio para ellos? ¿Y si, por no comer carne en viernes de Cuaresma, me ponen, en cambio, unos filetes de pescado, quizá de un buen pescado, bien preparado? ¿Constituirá eso una penitencia para mí? Ustedes respondan. Habrá, pues, que hacer una penitencia equivalente.
     El ayuno que nos pide Dios, según la primera lectura de hoy, es la ayuda a los necesitados, la práctica de la caridad en la alteridad. ¡Eah, pues!

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