jueves, 3 de julio de 2014

Un "concierto para instrumentos desafinados"...

     Estaba, hace un momento, arrodillado ante el Santísimo Sacramento, expuesto en día Jueves para la adoración. Aunque tuviera ojos sólo para Jesús en la Custodia, no podía dejar de ver a los circunstantes. Sí, vi a un seminarista concreto, con su piedad eucarística. También escuché a un par cantar, ayudando a hacer ese rato de oración: uno ejecutaba la guitarra y el otro acompañaba con la voz.
      Así, en cualquier lugar en que estuve hoy —en el aula de clase, en la cancha de futbol, en la calle, en la capilla, en el comedor…— había varios que compartían estas mismas actividades, pero con su misma existencia. También me ponía a pensar en algunas personas que están lejos y/o ya no están aquí en el Seminario y las encomendaba.
     En fin, cada uno con su propia experiencia, con sus virtudes y defectos. Hoy, pues, me resultó inevitable recordar aquella obra de Juan Antonio Vallejo Nájera: “Concierto para instrumentos desafinados”…, y pensé en nosotros. Muchos pueden pensar que, en verdad, los que estamos "encerrados" en el Seminario durante bastante tiempo nos parecemos a aquellos protagonistas de las historias del psiquiatra Vallejo Nájera. Y no les faltaría cierta razón... Pero, con gusto y con el amor de Dios que intentamos poner a nuestro trabajo, aquí estamos...
     Con el esfuerzo de cada uno, Dios mediante, este concierto tan desafinado y desaguisado sea agradable a Dios. Con tan buen director de orquesta, aunque a veces incluso tengamos una cuerda menos o la boquilla de este instrumento de viento ya esté gastado, o aquella baqueta remendada…, aquí van desgranando las notas desafinadas agradables a Dios.

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