sábado, 12 de julio de 2014

Del Cielo a la tierra (sobre la Liturgia)

Adoración de la Trinidad, de Durero.
     Hoy leíamos en la Primera Lectura de la Misa (Is 6,1-8) la vocación del profeta Isaías. Tuvo el profeta una visión: dos serafines, ante el trono de Dios y en el contexto del templo, se gritaban uno a otro: “¡Santo, Santo, Santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!”
     En efecto, lo mismo cantamos todos los días en la Misa. Es la preparación de la Misa en el Antiguo Testamento. Además, es la celebración de la Liturgia en el Cielo de la que participamos los que estamos en la tierra. Por esta vía se desarrolló mi homilía en la Misa.
     Pero, quería hacer ver, en concreto, cómo la Misa ha sido preparada en el Antiguo Testamento, instituida por Jesucristo en el Nuevo Testamento y celebrada por la Iglesia en el tiempo tal como nos la entregó Cristo. No hay “inventos”…
      A este respecto, me recuerdo de un libro que me enseñó el P. Víctor y que será para la biblioteca. Se trataba de un “ritual” de los protestantes para instituir y “ordenar” a los diversos ministros de su iglesia. El autor argumentaba al inicio de su obra que los pastores (protestantes) siempre estaban en el apuro de, al presentarse una ocasión parecida, improvisar el “rito”. Me parece lógico que tengan este apuro.
     Y, ¿qué “liturgia” celebran ellos? ¿Es una improvisación?
     Gracias a Dios nosotros lo tenemos resuelto. No tenemos que inventarnos nada ni improvisar. Además, tenemos plena conciencia de que “nuestra” Liturgia es la del Cielo verdaderamente.

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