jueves, 31 de julio de 2014

La mujer tiene igual dignidad y naturaleza que el hombre

     En el segundo relato de la creación (cfr. Gn 2,4b-25), el autor sagrado describe que el hombre cayó en un profundo sueño para que Dios pudiera sacar de su costilla a la mujer. Me figuro a Dios como un experto cirujano que, primero, anestesia a su paciente para trabajar con tranquilidad…
     Los expertos han interpretado aquí que Dios ha hecho a la mujer igual que al hombre —pues es “hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn 2,23); Dios no hizo otro “muñeco” del polvo de la tierra, como al hombre (Gn 2,7)—; además, de quien fue la iniciativa de darle al hombre “la ayuda adecuada” es enteramente de Dios, no fue ni siquiera una petición del hombre.
     La idea de que el hombre y la mujer gozan de la misma y alta dignidad y naturaleza se completa con lo que recoge el primer relato de la creación, en Gn 1,26-28: Dios los creó a imagen y semejanza suya. Como dice San León Magno: “¡Reconoce, oh cristiano, tu dignidad! Y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas!”
     A alguno quizá interese estas breves consideraciones. Sobre esto he dado clases hoy. ¡Es una maravilla el estudio profundo de la Biblia! Además, es que no se me ocurría qué escribir…

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