Los días del lunes a hoy, miércoles, hemos
estado entretenidos con una nueva Asamblea de Pastoral en nuestra Diócesis. Es
la VIII. He conseguido hacer unas fotos, aunque ahora no las pongo.
Fundamentalmente ha sido para presentar el
nuevo Plan de Pastoral (para el período 2013-2020) y para ir concretando vías
de aplicación.
La reunión ha sido amena, aunque de
abundante trabajo, especialmente para los que estuvieron al frente dirigiendo o
atendiendo su desarrollo. Más o menos fuimos unos 150 los asistentes, y se
llevó a cabo en las instalaciones del Seminario.
¡Qué compleja la realidad pastoral cuando
toca que pensarla y tratar de atenderla! Y, sin embargo, a nosotros, los
implicados, nos toca meter las manos. Tan compleja, pero también tan
apasionante. Ciertamente, lo que nos han encomendando, lo que a mí me han
encomendado es lo que trataré de sacar adelante con la mayor competencia
posible, pero habrá que echar una mano en lo extra que nos requieran. Dios nos
dará su gracia para hacerlo.
Ayer vimos la película “Juan XXIII. El
Papa de la paz”, que me hizo figurarme un poco ―aunque a lo lejos― la complejidad del desarrollo
del Concilio Vaticano II. Al ver el desarrollo de nuestra pequeña Asamblea de
Pastoral me ayudó para hacerme idea.
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