Celebramos hoy la solemnidad del Sagrado
Corazón de Jesús. Viene a mi mente la carta pastoral que Mons. Eduardo Fuentes
dirigió a los fieles el 6 de junio de 1997, desde su lecho de enfermo, y su
conmovedor mensaje de despedida, pues estaba próxima su partida a la Casa del
Padre. La carta fue titulada ―audio del cual todavía se guarda―
con las palabras del Salmo: “Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la Casa del
Señor” (Sal 121).
Contemplar el Corazón de Jesús en el día
de hoy es hacer énfasis en el amor que le llevó a encarnarse y a dar su vida
por nosotros. Nadie puede quedar excluido de este afán salvador de Dios. Es un
Dios que sabe amar, no sólo porque es el Amor ―con mayúscula― sino porque
aprendió a amar ―al hacerse hombre, como nosotros―: un Dios con corazón de
hombre...
Yo recuerdo ―y le
agradezco a Dios― que en la celebración de esta Solemnidad, hace trece años,
fui ordenado sacerdote junto con mis compañeros ―aunque la fecha es distinta―. Ya
van sumándose los años. Dios me ha ayudado a ayudar, a tratar de llevar a las
almas a Dios. Él nos siga manteniendo fieles, y más fieles.
Les invito a que nos unamos en este día a
la oración de toda la Iglesia que reza por la santificación de los sacerdotes,
una oración clamorosa por la fidelidad de todos los consagrados por Dios a este
ministerio.
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