La semana pasada, en una convivencia con
sacerdotes, estuve entretenido en los quehaceres de la sacristía; a mí me la
encomendaron y traté de tenerlo todo a punto.
Hoy, en el Seminario, hemos tenido un rato
de adoración a Jesús Sacramentado, expuesto en la Custodia sobre el altar. Después
de dar la bendición con el Santísimo Sacramento, los cuatro sacristanes
vinieron, en “operación hormiga”, a dejar preparada la Misa del día siguiente: dejaron
los vasos sagrados y los libros litúrgicos; el presbiterio se vistió de rojo,
pues cambiaron el conopeo del sagrario, los cojines de la sede, el cubremantel
del altar y la banda del ambón. Todo de color rojo, pues mañana celebraremos a
San Ireneo de Lyon, obispo y mártir.
¡Qué eficiencia y buen hacer el de los
sacristanes! Me parece que Jesús está contento por cómo se tratan en el
Seminario las “cosas” santas y cómo se intenta cuidar bien la Liturgia. Eso sí,
tenemos que seguir estudiando la Liturgia para seguir, con amor y fidelidad,
las indicaciones para celebrarla.
Foto de archivo del presbiterio de nuestra capilla. |
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