viernes, 5 de julio de 2013

Nuevas santos y beatos

     Me ha alegremente sorprendido la noticia: hoy se ha reunido el Card. Angelo Amato con el Santo Padre. El Papa ha firmado los decretos de canonización y beatificación de como indica la noticia de Zenit dos papas, un superior general, tres fundadoras, cuarenta y uno mártires, dos religiosos y un laico. Los papas cuya canonización ha autorizado el Santo Padre son Juan XXIII y Juan Pablo II. Entre los que serán declarados beatos está don Álvaro del Portillo, sucesor de San Josemaría al frente del Opus Dei. Estoy terminando de leer una de sus biografías, escrita por Javier Medina Bayo. Cada vez me admira más la vida de este Siervo de Dios. la siguiente es la noticia que encontré en la página oficial del Opus Dei.
     Para Mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, estas noticias son “motivos de honda alegría, y una feliz coincidencia”. “Juan Pablo II –ha dicho el Prelado– se gastó con incansable generosidad en servicio de la humanidad. Nos acercó a Dios con su rico Magisterio: de palabra, por escrito, con imágenes y con tantos gestos cargados de significado. Toda su vida se apoyaba en una unidad íntima con Jesucristo: bastaba ver cómo rezaba para comprender la fecundidad de su ministerio”.
    Juan Pablo II y Juan XXIII “fueron verdaderamente padres cercanos a todos los fieles, a la Iglesia y concretamente, puedo afirmar, a esta parte de la Iglesia que es la Prelatura del Opus Dei. Pienso que, con ellos, millones de personas se han sentido ‘hijos predilectos’ del Papa”.
     El Prelado del Opus Dei ha recordado a Mons. Álvaro del Portillo, como “un gran apoyo para san Josemaría y un fidelísimo colaborador de Juan Pablo II”. Y ha añadido: “acudo ahora a la intercesión de este siervo bueno y fiel, y le pido que nos ‘contagie’ su lealtad a Dios, a la Iglesia, al Papa, a san Josemaría, a los amigos; que nos consiga su sensibilidad social, que se manifestó en el impulso de numerosas iniciativas en todo el mundo a favor de los más necesitados; que nos obtenga su predilección por la familia y su apasionado amor al sacerdocio, así como su piedad tierna y sencilla, que tenía un marcado acento mariano”.

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