Hoy celebramos a San Joaquín y a Santa
Ana, padres de la Virgen María y, por lo tanto, abuelos de Jesús, nuestro
Señor. Hoy el día les está dedicado a los abuelos. A los que los tengan aún,
recen por ellos y muéstrenles cariño.
A los santos a los que celebramos hoy, bien
les vale el “piropo” que les dirige la Liturgia ―Oficio de
Lectura―, al aplicarles el pasaje evangélico: “por sus frutos los conoceréis”.
San Juan Damasceno los elogia maravillosamente
de esta manera: “¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana! Toda la creación les
está obligada, ya que por ustedes ofreció al Creador el más excelente de todos
los dones, a saber, aquella madre casta, la única digna del Creador. (...)
¡Oh castísimos esposos Joaquín y Ana!
Vosotros, guardando la castidad prescrita por la ley natural, conseguisteis,
por la gracia de Dios, un fruto superior a la ley natural, ya que engendrasteis
para el mundo a la que fue madre de Dios sin conocer varón. Vosotros,
comportándoos en vuestras relaciones humanas de un modo piadoso y santo,
engendrasteis una hija superior a los ángeles, que es ahora la reina de los
ángeles. ¡Oh bellísima niña, sumamente amable! ¡Oh hija de Adán y madre de
Dios! ¡Bienaventuradas las entrañas y el vientre de los que saliste!
¡Bienaventurados los brazos que te llevaron, los labios que tuvieron el
privilegio de besarte castamente, es decir, únicamente los de tus padres, para
que siempre y en todo guardaras intacta tu virginidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario