Quizá lo hayan notado más abajo. En la
entrada del domingo 18 pasado puse unas letras como condolencia al P. Luis
Antonio Foncea, un amigo conocido por muchos, por la muerte de su hermano
Fernando. En comentario a pie de entrada puso este mensaje. Especialmente por
las últimas líneas me veo alegremente obligado a poner el mensaje aquí. Los
seguimos encomendando, P. Luis. El mensaje dice:
Muchas
gracias por tu recuerdo y oración en estos momentos tan difíciles y duros. La
oración de tantos, clérigos o no, la he sentido palpablemente.
La
muerte por infarto fulminante le ocurrió a mi hermano a media mañana del
domingo según el parte judicial. Por la mañana, llevó a un obrero a una viña,
quedando con él que al terminar le llamara por teléfono y volvería por él, ya
que tenía que hacer varias gestiones con la empresa en que trabajaba pues había
comenzado la cosecha. Al no contestar varias llamadas al teléfono, entraron en
su casa y lo encontraron muerto en la cama. Me llamaron rápidamente, y allí me
hice cargo de la situación, pues mi hermana, cuñado y sobrinos estaban en
Zaragoza, y regresaron rápidamente. ¡Qué manifestación de duelo! ¡Qué cantidad
de gente en el tanatorio y sobre todo en la misa funeral y posterior entierro!
Fernando era muy conocido.
Celebré
la misa acompañado por más de treinta curas, -y eso que era una hora muy mala
ya que las ocho de la tarde es la hora de la misa vespertina en la gran mayoría
de parroquias-. No se de donde saqué fuerzas y ánimo para predicar, pero estaba
muy entero. Ya en el cementerio no lo estaba tanto.
Gracias Miguel, y quiero por este medio dar las gracias a tantos de Guatemala y
El Salvador, que por el Facebook, y por el teléfono me manifestaron su cercanía
y oración. Muchas gracias.
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