Hoy fui a una parroquia a celebrar la
Santa Misa, a echar una mano a mis hermanos sacerdotes. Sí, se trata de unas
imágenes del camino entre San Juan Comalapa y Zaragoza.
Salí
de casa muy pronto para llegar a buena hora a celebrar la Misa a las ocho de la
mañana; tuve un largo camino de hora y media de viaje, pero bien aprovechado. A
esa hora, además de encontrar poco tráfico, también encontré un cielo limpio. En
algunos momentos tuve ganas de hacer fotografías del paisaje, pero el camino
era sinuoso de tal manera que no permitía parquearse, por lo que desistía.
Tocó leer en el evangelio de la Misa Mt 16 y la elección de Pedro como Cabeza
de la Iglesia. Quizá sea de su conocimiento la situación en la que viven en
esta población: de las dos iglesias que tiene el pueblo, una está en manos de
los del P. Aguirre —una autoproclamada “iglesia ecuménica”, pero que se ha
arrimado más ahora a los “ortodoxos”— y otra la dirigen los sacerdotes de la
Diócesis.
Como sugiere el evangelio, Pedro —el Papa—
es el principio y signo de unidad en la Iglesia. Sobre esto prediqué. Pero también
exhorté a la unidad, sobre todo por la vía de la caridad y la comprensión. Me
recordé de unas palabras de San Agustín: “Hermanos, os exhortamos vivamente a que tengáis
caridad no sólo para con vosotros mismos, sino también para con los de fuera,
ya se trate de los paganos, que todavía no creen en Cristo, ya de los que están
separados de nosotros, que reconocen a Cristo como cabeza, igual que nosotros,
pero están divididos de su cuerpo. Deploremos, hermanos, su suerte, sabiendo
que se trata de nuestros hermanos. Lo quieran o no, son hermanos nuestros.
Dejarían de serlo si dejaran de decir: Padre nuestro”. (Pueden seguir
leyendo este hermoso comentario, aquí).
Después de disfrutar un delicioso café con el párroco, el P. Regino, y
haber saludado al P. Isaías, me regresé. Antes, ciertamente, escuché el
comentario de algunos de entre la muchedumbre: “Éste es el nuevo vicario…”,
incluso cuando me había presentado en la celebración eucarística.
En fin, ya de vuelta, al final de la mañana, tomé estas fotos que
cuelgo. Después de saludar y almorzar en casa, con mis padres y un hermano mío
y su esposa —y también después de visitar el cementerio de Panimacoc y rezar un responso por el alma del P. Fermín...—, me he vuelto al Seminario, muy contento de haber celebrado la
Santa Misa en San Juan Comalapa.
Mañana, Dios mediante, comenzaremos retiro del clero en Karmel Juyú. Se trata
de la segunda tanda de ejercicios para sacerdotes de esta Diócesis. Encomiéndennos, por favor.
Al fondo, los volcanes de Antigua (izq., entre nubes) y la de Acatenango. Tendrán que hacer un acto de fe en que el de Fuego está detrás del de Acatenango... |
Llegando al río. Después de bajar hay que subir... |
La iglesia de la aldea de "Rincón Chiquito". |
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