Me recuerdo de mi época de niño y de cómo me ponía nervioso ante la situación de volver a las aulas. ¡Cuántos años han pasado! Hasta hace poco dejé de estar sentado en un escritorio para escuchar a los profesores. Sin embargo, no he abandonado los libros, y me he hecho el propósito de no abandonarlos, pues aprende mucho uno de ellos.
En el Seminario Mayor hemos iniciado hoy las clases. He recibido una recomendación hace poco: que la primera y la última clase no se daban; yo no llegué a tanto, pero la primera clase fue de presentación y de un "discurso inaugural" de incentivo para que se ilusionen con la materia.
En concreto, hoy he comenzado mis clases de Introducción a la Sagrada Escritura a los que están estrenando el título de "teólogos", aunque en verdad -como decía aquel profesor- son "estudiantes de teología". Es todo un mundo que quiero explorar, ahora con más experiencia.
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