sábado, 21 de enero de 2012

Ut omnes unum sint


     Ésta fue la oración de Cristo, según lo recoge san Juan en su evangelio: “que todos sean una sola cosa”. Te lo recuerdo, ya que estamos en este Octavario de oración por la unidad de los cristianos.
     Por parte de uno hay muchas formas de ayudar a la unidad de los cristianos, desde la oración –que es lo más importante; la frase del título es la oración de Cristo a su Padre Dios-, hasta el esfuerzo por ayudar a la convivencia pacífica o resaltar lo positivo de los demás o comprender, sencillamente.
     Pero una cosa es comprender y otra es ceder en la Verdad. La Verdad es inamovible, intransigencia con la verdad, pero transigentes con las personas, es decir, comprender a las personas pero no sus errores.
     San Pablo exhortaba a Timoteo de esta manera: “Guarda el depósito a ti confiado” (1Tm 6,20), es decir, el depósito de la fe confiado al discípulo. A este respecto comenta San Vicente de Lerins: “¿qué es el depósito? Es lo que tú has creído, no lo que tú has encontrado; lo que recibiste, no lo que tú pensaste; algo que procede, no del ingenio personal, sino de la doctrina; no fruto de rapiña privada, sino de tradición pública. Es una cosa que ha llegado hasta ti, que por ti no ha sido inventada; algo de lo que tú no eres autor, sino guardián; no creador, sino conservador; no conductor, sino conducido. Guarda el depósito: conserva limpio e inviolado el talento de la fe católica. Lo que has creído, eso mismo permanezca en ti, eso mismo entrega a los demás. Oro has recibido, oro devuelve; no sustituyas una cosa por otra, no pongas plomo en lugar de oro, no mezcles nada fraudulentamente. No quiero apariencia de oro, sino oro puro” (Commonitorio 22).
     A mí me parece muy claro, ¿a ti no?

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