domingo, 13 de mayo de 2012

Amor y libertad y mandamiento


     Como distingue el P. Cantalamessa hay dos formas de movernos a hacer algo: obligados desde el exterior o movidos desde el interior (atraídos por algo). Esto podría ayudarnos a comprender por qué hay un “mandamiento del amor” que recoge el evangelio de la Misa de hoy (Jn 15,9-17).
     Porque la pregunta es actual: ¿puede alguien obligarme a amar? No se trata, como es evidente, de que la otra persona (dígase: Dios o el prójimo, o cualquier otra concreción) me obligue a amarla, sino que me obligue a mí mismo a amarla.
     Como es evidente, el amor no es un sentimiento sino una convicción, una entrega incondicional. Sólo entonces será libre y no condicionado.
     "Sólo cunado existe el deber de amar, sólo entonces el amor está garantizado para siempre contra cualquier alteración; eternamente liberado en feliz independencia; asegurado en eterna bienaventuranza contra cualquier desesperación". ¿Saben de quien es la cita anterior? Del filósofo Kierkegaard. El P. Cantalamessa lo explica así: “el hombre que ama verdaderamente, quiere amar para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario