Me he reencontrado con los compañeros de
trabajo en el Seminario, con los formadores. La primera jornada ha sido de una
convivencia alegre, creo que sin añoranza de descanso porque, gracias a Dios,
todos hemos descansado.
Este día ha sido para “arrancar motores”, esperamos
que tengan la misma potencia, rindiendo lo que deba. El tonificante de
distanciarse un poco del trabajo habitual, compartido con la convivencia con la
familia de sangre, nos ha reconfortado.
Sacerdotalmente, desde luego, no hemos
dejado de trabajar. Personalmente, he ayudado un poco en mi parroquia y en una
parroquia vecina, ya que siempre hay mucha necesidad: confesar, celebrar Misas,
bendecir... Además, rezar; me han pedido, por un lado, encomendar que alguien a
quien conozco encuentre trabajo; por otro lado, me pidieron que encomiende el
buen desarrollo del embarazo de una conocida; también alguien me pidió que
encomiende la convalecencia de un enfermo; o también la vocación de alguien...
Hay tanto qué encomendar que, gracias a
Dios, puedo celebrar la Santa Misa en donde reúno todas estas intenciones. Gracias
por las oraciones y por los comentarios de apoyo para el trabajo que tengo, que
tenemos entre manos. Un saludo cordial.
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