Hemos estado expectantes a este día, de
ver llegar a los antiguos y a los nuevos seminaristas, jóvenes que quieren
seguir más de cerca al Señor en este camino concreto de la vocación sacerdotal.
Una particularidad que hemos estado
experimentando actualmente es la cercanía de las familias y de los sacerdotes
de las parroquias para con los alumnos: las primeras, vienen acompañando al
muchacho, para ver además en dónde se queda; los segundos, cuando pueden,
vienen a dejar a los seminaristas.
Así, con la ayuda y la bendición de Dios,
comenzarán su formación este año unos 85 alumnos de distintos lugares, con
representación de casi todas las parroquias de nuestra Diócesis, con unos
cuantos más de otras diócesis.
Puesto que el calendario establecido lo
amerita, mañana mismo comenzaremos las clases, cargados todos de ilusión para
aprender.
Como en otras ocasiones, les pido sus
oraciones para que todos, formadores y alumnos, podamos acercarnos más a lo que
Dios espera de nosotros.
Son tantas las historias vocacionales las que
tenemos frente a nosotros. Confiamos a Dios la vocación de estos jóvenes de la
imagen de arriba, pues pertenecen a la misma familia, procedentes de Santiago Atitlán: los tres estudiarán este
año en el Seminario Mayor.
Encomiendo que sea un año fecundo y feliz
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