sábado, 2 de febrero de 2013

La exigencia en la formación sacerdotal


     Me llegó un interesante mensaje. Aunque ponga el nombre del remitente, es probable que no den quién me lo envía: no pondré el nombre. Conste que el mensaje es de una persona amiga y no hay ninguna malicia en su proposición -eso creo...- Éste es el mensaje:

     ¿Estás de acuerdo en que no se enseña con el sermón sino con el ejemplo? Supongo que sí. Entonces, ¿por qué dais más sermones que ejemplos? Con esto me refiero a un gran repertorio de temas, como por ejemplo el de dejar que cualquier persona que quiera ser cura pueda serlo sin exigirle una moral y unos valores que no cuadran con lo que la Iglesia predica. Le exigis a la gente una moral que no muchos de tus compañeros tienen.

     Ya perdonarán que la respuesta sea larga. Es lo que se me ocurrió de buenas a primeras. Quizá ustedes puedan argumentar más cosas.

     1. Me alegra que te preocupes de los demás, aunque, a tu manera: porque tú tienes una forma de pensar y piensas que así deben pensar todos. Ciertamente, podrías argumentar que lo mismo hago yo...

     2. Los católicos tenemos claro que la Iglesia es jerárquica y no democrática: lo que está bien no es lo que indica el consenso sino lo que viene de más arriba. Al decir que "viene de arriba" no me refiero, claro está, a un capricho del que "está en el poder" -no estamos en el campo de la sociología o la política-, o de lo que personalmente piense que es bueno. Seguir lo que indica la Iglesia es un asunto de fe y no de convencimiento (léase lo que escribo en el último párrafo). Además, la Iglesia -sabia como es- tiene una tradición ininterrumpida que se remonta a Cristo, es una institución tan sabia como tan antigua que es.

     3. El sacerdocio ministerial, que es una participación del sacerdocio de Cristo, no es un premio sino UN DON -es decir, quien dicta las reglas es quien lo da-. Aquí "hay mucha tela que cortar". Pero también es tan alta la exigencia -no sólo la altura del don (participación del sacerdocio de Cristo, ser el mismo Cristo), sino también los múltiples y exigentes requerimientos de tan variado redil- que el candidato al sacerdocio debe alcanzar un nivel de personalidad íntegra que le haga capaz de cumplir con esta VOCACIÓN. Cualquier profesional no nace: se hace. Alguien que quiere ser buen médico debe estudiar duro y, tras una ardua exigencia, lograr no sólo el título sino una capacidad para serlo. En efecto, hay médicos de pacotilla -como en cualquier otra profesión- y médicos buenos, con prestigio. Lamentablemente también hay sacerdotes de similar calibre.

     4. Al ser algo que he recibido, el "ser cura" es una vocación y no una profesión, cual exigencia me la ponga a la medida. Además, sabiendo cuál es la exigencia, EL QUE QUIERE SE HACE CURA.

     En fin, lo que escribo ahora no es una queja pero sí a manera de un diagnóstico, en mi pobre entendimiento: uno de los males de la Iglesia ahora -que acarrea de unos pocos siglos a acá-, es la bifurcación que han tomado la razón y la fe, como caminos separados. La razón no puede sustituir a la fe; tampoco la fe puede desentenderse de la razón y la capacidad humana de entender.

     Como comienza su encíclica Fides et Ratio, el Papa Juan Pablo II sostenía: "La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo".

1 comentario:

  1. En fin -no sé como se me había olvidado explicitarlo-, tenemos un peligro latente también en la Iglesia: EL RELATIVISMO. La medida es Cristo.
    Un punto más, que considero haber olvidado resaltar arriba: es el buen ejemplo que hemos de dar los que ya somos sacerdotes. Y la "amable proposición" sí que me ayuda a cuestionarme y tratar de dar un salto de calidad en mi vida sacerdotal.
    Saludos a quien hizo la propuesta.

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