jueves, 21 de octubre de 2010

Una vida entregada a Dios

       Suelo comenzar el día con la oración y la celebración de la Santa Misa, y algunas veces me toca “presidir” –no me gusta mucho esta palabra– la celebración. Pero, cuando hay motivos pastorales que lo requieran, me quedo para celebrar por la tarde.

       Ayer fue una de estas veces. Murió un sacerdote, muy querido por sus feligreses. Desde los años sesenta sirvió en esta Diócesis nuestra. Se trata del P. Vicente Planells, Carmelita Descalzo. Mucha gente participó de la celebración.

       Yo tuve poca oportunidad de tratarle de cerca, pero me consta que ayudó muchísimo. Me hubiera gustado que el homileta, en la Santa Misa, hubiese resaltado más la labor y los frutos espirituales de su sacerdocio, más que la labor social que realizó, que no es despreciable, por supuesto.

       Fueron más de cincuenta años de sacerdocio; entregó su alma a Dios después de una ardua enfermedad, que llevó con verdadero heroísmo y esperanza cristianos. ¡Gran ejemplo de quedar “exprimido como un limón” por Dios! Él le pague por su labor sacerdotal.

1 comentario:

  1. El Padre Vicent Bassetes era ibicenco y recuerdo aún la última vez que lo ví, fue un domingo por la mañana que vino para celebrar la misa aquí en mi pueblo. Él estaba pasando unos días en la isla. Fue una persona muy sencilla, gran sacerdote, misionero, y un alma muy cercana a Dios. Descanse en paz.

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