sábado, 4 de febrero de 2012

Una conversación de hoy


     ¿Qué hago, padre?
     Lo que quieras.
     Lo que me detenía era mi mamá, pues sólo yo podía ayudarla. Ahora que la situación se ha ido arreglando, pues mis hermanos son más responsables en cuanto a ayudarla, no tengo excusa.
     Después de argumentarle que Dios podía estarla llamando a la santificación del mundo, de la familia y el trabajo, aunque era como estarla probando, dijo:
     No, padre, Dios me llama a ser religiosa. Pero no sé a dónde.
     Está bien. Ya veremos a dónde te abocarás. Antes has de empeñarte en tener más trato con Dios. ¿Puedes imaginarte que Dios pueda decirte Su Voluntad si tú no le dedicas tiempo a tratarle, a escucharle? Cuida, entonces, hacer un buen rato de oración diaria, visitar a Jesús en el Sagrario, leer cada día un poco el Evangelio, confesarte cada quince días...
     Ya sé que ya hace algo, pero ahora vamos más en serio. Estoy encomendando a esta alma ahora, amiga de hace años.

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