jueves, 9 de agosto de 2012

La mortificación


     ¿Por qué nos gusta tanto la comodidad, el placer, lo fácil y que no cueste? Es un reflejo del ansia de felicidad que tenemos, aunque a veces es un reflejo caricaturesco, pues no siempre lo hacemos por el camino correcto.
     Ahora, ¿por qué tenemos aversión a lo que cuesta, a lo que comporta esfuerzo, a la mortificación, a la Cruz, en último término?
     Hoy, en el evangelio de la Misa, (Mt 16,13-23) le dice Simón Pedro a Jesús, cuando les anunció que moriría en la Cruz y resucitaría: no te puede pasar eso, Señor.
Entre los discípulos de Husserl.
     Hoy, 9 de agosto, celebramos la Fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), patrona de Europa. El 2 de agosto fue apresada y el 9 fue cremada en el campo de concentración nazi de Auschwitz, Polonia. Procedente del pueblo de la Antigua Alianza, nuestros hermanos mayores (Juan Pablo II), nos enseña a entregar la vida, si hace falta.
     Pero eso no se improvisa, hace falta irse entrenando para llegar a esa plena entrega en el momento decisivo: pequeñas mortificaciones –con auténtico sentido cristiano- para que nos sirva de entrenamiento para la competencia final. ¡Gran lección de las Olimpiadas!

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