miércoles, 29 de agosto de 2012

Gran ayuda la oración


    Hace escasos días recibí una llamada telefónica en que, tras presentarse, una persona quería hablar conmigo, que cuándo le podía recibir. Tras preguntarle sobre el motivo, me decía que quería dirección espiritual.
     Hoy ha venido. Mientras jugaban el clásico del futbol español, he conversado con mi huésped. Él me había conocido hace algunos meses –poco me recordaba de él, pues fue un encuentro fortuito- y, no sé cómo, le había quedado mi número de teléfono.
     En un “pis pas” me contó su vida y milagros... ¡Con qué confianza me habló de todo! Desde luego, por ser sacerdote, abrió su alma de par en par, buscando una solución para una situación concreta.
     Sin embargo, los sacerdotes no somos hombres de soluciones –podremos sugerir cosas-, pero sí podemos asegurar nuestra oración y encomendarlos en la Santa Misa, que es lo más grande –y más eficaz- que se nos ha confiado.
     ¡Con qué consuelo se fue el hombre! Dios lo bendiga y le ayude en su situación concreta.

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