sábado, 11 de agosto de 2012

Nadie elige las circunstancias de su nacimiento


     Sólo Jesucristo, Hijo de Dios desde toda la eternidad, eligió cómo, cuándo y dónde nacer, ¡y vaya circunstancias que escogió! Desde el inicio de su existencia terrena es ejemplo para nosotros.
     Nadie elige cómo nacer, pero sí cómo vivir y, más, cómo morir. Sólo sabe morir el que sabe vivir.
     Hoy la Iglesia celebra la fiesta de Santa Clara de Asís, a finales del siglo XII y la primera mitad del XIII. Ella, como su paisano San Francisco, se desposó con la “Señora Pobreza”. No eligió la familia pudiente y la vida que le tocó vivir al principio, pero sí optó por querer vivir la pobreza evangélica en su radicalidad. Ella entendió que son “bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Recomendó a Santa Inés de Praga que se reflejara en el divino espejo del Hijo de Dios: “en este espejo brilla la dichosa pobreza, la santa humildad y la inefable caridad, como puedes observar si, con la gracia de Dios, vas recorriendo sus diversas partes”.
Cuerpo incorrupto de la santa.
     Lo habrán experimentado en alguna ocasión: vivir la pobreza con espíritu cristiano –desprendimiento de los propios caprichos, de uno mismo, para ayudar a los demás- da alas para “unirse en lo íntimo de su corazón a aquel cuya belleza admiran sin cesar las multitudes celestiales, cuyo afecto produce afecto, cuya contemplación da nueva fuerza, cuya benignidad sacia, cuya suavidad llena el alma, cuyo recuerdo ilumina suavemente, cuya fragancia retornará los muertos a la vida y cuya visión gloriosa hará felices a los ciudadanos de la Jerusalén celestial” (Carta a Santa Inés de Praga).
     ¿Has sido testigo alguna vez de la alegría de una verdadera religiosa de clausura?

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