domingo, 26 de agosto de 2012

“Maridos: amen a sus esposas”


     La segunda lectura de la Misa de hoy, de la Carta a los Efesios (5,21-32), recoge la indicación del título. Como Palabra venida de Dios, cada uno ha de aplicársela.
    He leído el siguiente comentario en “Actualidad Litúrgica”, que puede servir a los esposos, especialmente al marido, siguiendo la indicación paulina “maridos, amen a sus esposas”:
    “...*No cargando sobre ellas todo el trabajo de la casa. Hay días, horas y cosas en los que se puede ayudar.
     *No dejando sobre sus hombros todo el peso de la educación y el cuidado de los niños. Los hijos son de los dos.
    *No dándoles el gasto a cuentagotas. Esto hiere y humilla. El presupuesto familiar manejado de común acuerdo es causa de unión entre los esposos.
    *Compartiendo con ellas días de descanso, paseos y esparcimientos; porque el trabajo del hombre es de ocho horas diarias, pero el de la mujer nunca termina.
    *Agradeciendo todas las pequeñas muestras de cariño que se reciben en el hogar y no escatimándoselas a ellas.
    *Actuando de tal manera que ellas no solamente vean en ustedes al hombre que sostiene la casa, sino al compañero, al amigo, al ser cuya llegada se espera con ansia.
     ...“como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella”.

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