lunes, 4 de junio de 2012

Ésta es mi tierra... y, ésta, mi gente

     El sábado pasado, como lo había mencionado, fui de viaje a dejar a los alumnos de Primero de Filosofía de nuestro Seminario, a su destino de pastoral que realizan durante esta semana. Les ha tocado estar en la Parroquia de Cabricán, Quetzaltenango.
     Pero, ese día sábado, los jóvenes de esa parroquia que se preparan para la Confirmación y sus catequistas, fueron de peregrinación a Chiantla, Huehuetenango, a venerar la Imagen de la Virgen de Candelaria. Es la primera vez que me asomo por esos rumbos. Tuve la gracia de celebrar la Misa en ese lugar, con todos los peregrinos, los que aparecen en las imágenes –aunque en otro sitio-.
     Después de esto principal, fuimos a las famosas ruinas de Zaculeu, capital del reino Mam –una de las culturas aborígenes de estas tierras-, un reino de desarrollo precolombino. Aunque el lugar arqueológico goza de un buen cuidado, sin embargo ya no está completo del todo. En este sitio "entregué" a los seminaristas, en donde les asignaron la comunidad a la que irían a ayudar con su pastoral.
     En fin, la novedad ha causado su impresión sobre mí, y he gozado del viaje, aunque es un tanto cansado. Así también tuve la oportunidad de conocer, aunque “de pasón”, la ciudad de Huehuetenango.
     Les dejo con las fotografías que tomé el día sábado.
Desde la nave de la iglesia de Chiantla.

La imagen de la Virgen de Candelaria, en Chiantla.

El retablo en donde se encuentra el camerino en donde se venera la imagen de la Virgen

La iglesia parroquial de Chiantla.

La Municipalidad del municipio.

Las ruinas de Zaculeu, lugar que dista a pocos kilómetros de Huehuetenango.


Al fondo, el grupo de jóvenes de Cabricán.

Uno de los templos del sitio arqueológico.




Eran alrededor de trescientos jóvenes.

En uno de los juegos con que se divirtieron los jóvenes.

El P. Marcos, que acompañaba a los seminaristas en la pastoral.

Otro panorama de los jóvenes y las ruinas.

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