miércoles, 13 de junio de 2012

Retrasar la recepción de los sacramentos

     Estoy, durante estos días, en un tiempo de formación piedad y descanso. Ya me hacía falta un poco de este paréntesis en el trajín continuo.
     Escuché esta observación, un diagnóstico certero, a mi parecer, de la situación de los cristianos: que retrasan frecuentemente la recepción de los sacramentos.
     Por ejemplo, el Bautismo ya no se recibe en las primeras semanas, como indica el Derecho Canónico –tiene sus grandes razones de peso-, sino se deja incluso para unir la celebración del primer cumpleaños de niño y su Bautismo.
     Qué no decir del sacramento de la Unción, que suelen dejar, muchas veces, para el momento “in articulo mortis”, con el consiguiente peligro de que el sacerdote no consiga a llegar a ungir al gravemente enfermo. Lo mismo puede decirse de los otros sacramentos.
     ¿Habrá un enfriamiento de la fe, en el fondo? Claro está que no es generalizado, pero pastoralmente se ha comprobado que se va extendiendo como la “cianobacteria” en el lago de Atitlán.

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