lunes, 7 de abril de 2014

¿Matrimonio feliz?

     Después de años de casada, me sorprendí de mi esposo me comentaba hoy una señora joven—, al escuchar el comentario de un amigo suyo. Este amigo suyo decía: “gracias a éste, yo pude ganar química”. Yo me volteé a verle y le pregunté: “¿Cómo está eso?” Y me comentó que mi esposo les había insistido que el examen no iba a ser como venía en el libro, sino que había que razonar las respuestas. Gracias a que les hizo pensar, por eso lograron pasar el examen.
     Y seguía comentando: — Y yo que pensaba que le conocía, que tenía pocas genialidades y, creyéndole cuando decía que simplemente había aprobado sus cursos de medicina, que era, en fin, como un hombre “normal”. Entonces he descubierto que todavía no le conozco lo suficiente y que me agrada pensar en que él sabe cosas que yo no y que yo también sé cosas que él no, y que nos complementamos.
     Había leído, en efecto, que cuando ambos, esposo y esposa, comen lo mismo, visten de forma semejante, tienen las mismas ideas…, no es que ambos combinan perfectamente —a manera de la media naranja—; más bien, uno es el que “piensa” y el otro, opacado, sólo le sigue.
     En efecto, los esposos han de recordar que es mucho mejor fijarse en las virtudes de su cónyuge —aunque sean pocas— que en sus defectos, que los debe tener.
     ¿Matrimonio feliz? Cuando está lleno de comprensión.

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