martes, 29 de abril de 2014

Un día normal de trabajo y presencia de Dios


      Esta mañana de martes fue normal: atender muchas cosas pequeñas, además de estudiar un poco para terminar de preparar una clase que tendría por la tarde. Todo, con cierta premura, pues tenía que viajar a la Capital para dar clases en el Seminario de La Asunción.
     Gran alegría me dio encontrarme con mi mamá ya más recuperada, después de una pequeña intervención en un ojo. Se completó la alegría pues estaban también mi papá y un hermano. El almuerzo fue delicioso -con el toque hogareño- y muy alegre. Tan siquiera un rato, me ha alegrado mucho compartir con la familia.
     Mientras venía reemprendí mi viaje, un tanto despistado, de súbito me recordé que el Real Madrid estaba jugando con el Bayern. Un aficionado madridista me había pedido un pronóstico, y no fue tan alagüeño al darlo: que al Madrid le empatarían pero luego, por los pelos, ganaría en último momento. Mientras iba al volante puse la radio: ¡me sentía metido en el partido! Si alguno ha escuchado a los comentadores y narradores de las radios chapinas, hacen vivir, más bien "vibrar", el juego, incluso exagerando un poco la descripción. ¿Quién se imaginaría el resultado? Ni siquiera los más optimistas; y si lo hicieron, pronosticaron más con el corazón que con la razón. ¡5 a 0! Me parece que hasta a los "culés" les dolió...
     Ya después, al llegar a la Capital me enfrasqué en la clases de Biblia que me tocaban, con los alumnos de Teología del Seminario de La Asunción: una introducción a los libros de los Macabeos. Esta vez me fue mejor: además de exponer con mayor aplomo y seguridad el contenido -al menos esa impresión tuve-, no dejé que se me durmieran mis alumnos..., muy difícil a esa hora de la tarde, con la cierta modorra que produce el clima un tanto caliente que está haciendo estos días.
     Después, claro está, saqué un tiempo para hacer un rato de oración mental -es bueno que los sacerdotes recemos un poco, como todo hijo de Dios-, recé las Vísperas y una parte del Rosario.
     Ahora, aquí, tratando de terminar bien las cosas, con presencia de Dios, antes de ir a descansar un poco, que bien nos hará.
     Mañana, como dicen todavía por aquí los cristianos piadosos, "Dios mediante" seguiremos con el trato con Dios -que es el alma de nuestro día- y el trabajo intelectual, en el que el profesor es el que aprende más. Aunque con mis metidas de pata, traté de cumplir bien la Voluntad de Dios. Espero haberle contentado algo más.

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