lunes, 20 de enero de 2014

¡Ánimo a los universitarios!

     Voy a quejarme como los universitarios: “¡Hala! Ya tengo sueño y todavía me queda mucho por estudiar... Además, ya me duele la espalda de tanto estar sentado estudiando”. ¡”Pobres” los universitarios! Y no les falta razón. Yo quizá la tenga un poquito...
     Ahora me recuerdo de mis hermanos, de cuando ellos estudiaban en la Universidad aunque todavía alguno estudia allí, ya teniendo trabajo― y les tocaba que estudiar largas horas en la noche, después de haber viajado a la Universidad y recibir clases todo el día. Son los gajes del oficio.
     Me alegra mucho el testimonio de aquel universitario que, mientras viajaba en la camioneta, aprovechaba el tiempo: a la ida se iba estudiando; a la vuelta, puesto que viene con las luces apagadas, se venía rezando el Rosario.
     Hay tantos universitarios católicos que lo hacen, que no se olvidan de Dios en medio de sus fatigas estudiantiles. Que Él sea su fuerza y aliento en la dura tarea de estudiar.
Esta pobre sí que ha estudiado toda la noche...

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