sábado, 18 de enero de 2014

Jugando con juguete nuevo...

    Era la hora del deporte. ¿Qué jugaría hoy? Me fui con los tenis y con los “tacos” (zapatos de futbol) al campo, dispuesto a apoyar en el equipo local o el visitante ―todos éramos del Seminario―, en el deporte que sea; o, al menos, en el que me dejen jugar.
     Los jóvenes seminaristas son muy caritativos, que todavía nos dejan jugar a los que vamos teniendo más años que ellos. Sin embargo, me aseguré de que “me dieran juego”: me llevé una pelota nueva que un amigo sacerdote nos ha regalado. De verdad que es una buena pelota de futbol.
     Hacía tiempo que no jugaba dos horas. No se extrañen de mi resistencia ―más bien, de mi escasa resistencia―, porque estuve jugando un buen rato en la portería... Eso sí, pasé un buen rato con los jóvenes, sudando “la gota gorda” bajo el sol radiante de la primera hora de la tarde.
    Me hice un propósito para el juego ―los que me conocen saben que me cuesta―: no proferir comentario o clamor alguno; aunque no lo cumplí tan ejemplarmente... Intenté no faltar a la caridad.
     En fin, mientras se pueda y haya algo de tiempo, seguiremos haciendo algo de deporte para que el esqueleto no se oxide.

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