sábado, 25 de enero de 2014

En la fiesta de la Conversión de San Pablo

¡Qué figura más imponente ésta de san Pablo!
     Me encanta san Pablo, pues estudié un poco más sus escritos. Me fascina su vida y su ejemplo. Les propongo tres sugerencias para pensar:
     En una ocasión, uno de los periodistas que la solicitaba le preguntó a la Madre Teresa qué había que cambiar en la Iglesia. Su respuesta fue escueta, señalándole y señalándose: “usted y yo”. En efecto, al celebrar la conversión de San Pablo, qué mejor que proponernos una seria conversión personal.
     ¿Qué pensarían los apóstoles de ese hombre llamado Saulo, que decía que había sido llamado por Cristo, cuando no le conocían ni formaba parte del grupo de los Doce? Qué recelo despertaría en los apóstoles y en los demás cristianos. Sin embargo, hay que dar el voto de confianza, cuando da muestras de una sincera conversión. ¡Y vaya apóstol el que les salió!
     El Espíritu Santo me iluminó ayer, al predicar en la Misa, para decir algo que yo no había preparado, hablando de la vocación de los apóstoles, la vocación de cada uno: Dios no se equivoca al elegirte y escogerte.
     Pueden leer aquí las lecturas de la Misa.

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