domingo, 12 de enero de 2014

En la fiesta del Bautismo del Señor

"Bautismo de Cristo" de Navarrete el Mudo.
     Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. Uno de los efectos del Bautismo en nuestra alma es la filiación divina, es decir, que somos hijos de Dios; por lo tanto, todos somos hermanos. El sentido sobrenatural nos lleva a considerar a todos hermanos. Ojalá nunca nos veamos extraños. La Virgen ha tenido mucho que ver en esto... Así lo escribe el Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, en su carta pastoral de enero, de la que copio un trozo. Si quieres, puedes leerla entera pinchando aquí.
     Comenzamos la segunda parte del tiempo de Navidad con la solemnidad de la Maternidad divina de María. Nuestra mirada se fija ahora con mayor atención en esa criatura sin par que de ese modo tan sencillo —ecce ancílla Dómini— dio paso a la encarnación del Verbo y nos ha convertido en hijos de Dios en Jesucristo; hermanos con una fraternidad más fuerte que la del común origen de Adán y Eva. ¡Oh Madre, Madre!: con esa palabra tuya —"fiat"— nos has hecho hermanos de Dios y herederos de su gloria. —¡Bendita seas! (San Josemaría Escrivá). Se realiza así una de las más profundas aspiraciones del corazón humano: un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer (Papa Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial por la Paz).
     De esta manera, es fácil querer al Papa... Mira y escucha el "video".

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